sábado, 14 de julio de 2012

¿Para qué estamos legislando?

Noto con preocupación que de manera consistente se está solicitando el incremento de las penas, la prohibición de conciliaciones y desistimientos en diversos delitos e incluso que se transformen conductas nuevas en actos criminales penados con prisión, en un ánimo puramente retaliatorio, de vindicta pública.

Traen sus promotores, incluso, como si de la panacea se tratara, ejemplos de las "penas" que imponen en algunos Estados de los Estados Unidos, donde supuestamente se han logrado disminuciones significativas en la comisión de delitos por dichos incrementos.

¿Nadie se ha preguntado por qué, si tan monumentales y ejemplarizantes son dichas sanciones, hoy día los presuntos narcotraficantes prefieren, contrario al pasado, una cárcel en USA que en Colombia?

¿Nadie se toma la molestia de analizar por qué muchos condenados a varias "cadenas perpetuas" en el exterior regresan al país a sólo 10 o 12 años de su extradición? Por cierto gozando de excelente salud, repuestos y notoriamente bien alimentados.

¿Alguien se ha preocupado de visitar esos lugares que en Colombia llaman centros de reclusión? donde a diario fallecen personas (si personas aunque estén arrumadas como cadáveres insepultos) por la falta de asistencia médica, donde la alimentación que consumen, en su mayoría, la rechazarían hasta los cerdos que tienen fama de comer de todo, donde sólo un limitado porcentaje tiene la posibilidad de estudiar o trabajar para redimir pena, donde el hacinamiento hace que duerman como pueden en pasillos, bajo las escaleras, por sobrecupos de más del 300%.

Congresistas en ánimo promocional  y anticipada campaña política salen a diario a llenar los espacios de opinión y las entrevistas de prensa, con la boca llena por el proyecto de ley de endurecimiento en supuesta defensa de las mujeres, que convirtieron en caballito de batalla, aprovechando los hechos criminales para promocionarse y autonombrarse líderes o lideresas de millones de mujeres que no han consultado, pero que encuentran eco en el sentir de aquellas que trajinan en las redes sociales, personas valiosas que se ven arrastradas por el repudio, el asco y la pasión del momento.

Rechazo, como el que más, los actos criminales espantosos que se vienen presentando en el país y creo que todos aquellos que se desvían de las normas protectoras merecen su condigna sanción, pero de ahí a aceptar que todo abusador sexual debe ser castrado, todo conductor encontrado con algún grado de licor encarcelado y la llave tirada al alcantarillado, todo acto de violencia, por mínima que sea, en el hogar, se convierta en presidio "perpetuo" y no se permita la reconciliación de ese hogar sin importar si es posible, si se rescatará la unidad familiar, ni si se mantendrá la economía que lo hace sustentable, no puedo aceptarlo.

El señor Presidente Santos en publicitado discurso al sancionar la ley que impide la conciliación en los casos de alimentos y violencia intrafamiliar, asegura que ayudará a traer la paz a Colombia. Como se nota que ni siquiera se preocupó de leer el texto de pocos renglones que tiene la norma (aquí pueden consultarla http://wsp.presidencia.gov.co/Normativa/Leyes/Documents/ley154205072012.pdf ), ni mucho menos evaluó sus consecuencias. Estoy seguro que las organizaciones que protegen y buscan la no discriminación, la protección y el cuidado de la mujer, de la familia y de la niñez no podrán estar de acuerdo con esta legislación.

Ahora cualquiera podrá denunciar que en una familia se están presentando casos de violencia intrafamiliar, lo que obligará a la Fiscalía a tomar acciones e investigar tales denuncias sin que puedan promover, en los casos en que sean reales, un acercamiento y una conciliación que restablezcan la unidad familiar (cuando sea posible) y tendrá que desgastarse investigando para sancionar todas las inasistencias alimentarias, sin que haya conciliaciones que sirvan para garantizar el sustento de esas familias (Ver http://www.elespectador.com/opinion/columna-357583-inasistencia-alimentaria  ).

La congestión en la Fiscalía en especial y en los estrados judiciales en general, ante la imposibilidad de la salida negociada, forzara la separación de esas familias y no podrán ser sanadas las heridas y restablecido el respeto.

Casos extremos, que los hay y muy graves, ya eran indesistibles en la ley, pero a punta de opinión hicieron que se modificara la ley afectando a todas las familias colombianas porque cualquier situación por mínima que sea ahora por virtud de la Ley tiene que ser investigada y no puede ser objeto de conciliación.

Creo que las asociaciones que protegen la mujer, la niñez y la familia deberían promover una ley que verdaderamente proteja unidad familiar, la niñez y la parte débil en una relación de pareja, las que, por cierto, hoy día no tienen especificidad de género.

Una ley que prevea las consecuencias y contemple soluciones reales cuando uno de los miembros del hogar, en especial si es el que aporta económicamente es recluido en prisión, para que no quede en el desamparo puesto que estamos en un país con altos niveles de desempleo aún calificado ¿qué creen que pasará con esa familia? La contraparte se verá arrojada a la prostitución, al delito o caerá en manos de un abusador(a) igual o peor que el anterior. 

Uno de los principales temores para denunciar es la ausencia real de protección frente a situaciones extremas, pero si las instituciones no están en condiciones de protegerlas, al dejarlas en el desamparo y sometidas a convivir con sus agresores ¿qué logran? Mayor violencia. ¿Cuántos líderes campesinos han sido asesinados desde que prometió la Presidencia de la República protegerlos? ¿Cuántas víctimas de violencia de género están en este momento bajo protección del Estado?

En cambio, ya no es posible que parejas que, si bien es cierto tuvieron comportamientos violentos que ameritaron su denuncia, encuentren en la conciliación y la ayuda psico-social la recomposición de la unidad familiar, aunque tengan que buscarla de forma particular y pagarla de su bolsillo. Ni podrán terminarse los procesos de inasistencia alimentaria por conciliar una cuota adecuada o al menos pagable para la parte que ha mantenido el hogar.

Con razón el diagnóstico de política criminal efectuado por la Comisión Asesora de Política Criminal del Estado es que el hacinamiento es producto la generación indiscriminada de leyes populistas que no generan soluciones de raíz a los problemas que aquejan a la ciudadanía (Ver
http://www.elespectador.com/impreso/politica/articulo-358774-diagnostico-de-politica-criminal  ). El país, mejor sus legisladores y líderes en busca de la reelección se están moviendo al vaivén de la opinión, sin importar las consecuencias que, si fueran analizadas por ellos y explicadas a una sociedad despierta y pensante como la actual, estoy seguro encontrarían eco.

Pero a pesar de ello y de sus propios asesores defienden un paquete de reformas que entre otras cosas han llevado a considerar que tenemos un Congreso indigno que no representa a la sociedad civil, como la reforma a la justicia o el publicitado "Marco para la Paz" que, cualquiera que se remita a su texto, verá que es una garantía de impunidad para grupos armados al margen de la ley (y no para las FARC como tanto proclaman) ahí caben paramilitares, militares, parapolíticos y muchos más, que por vía de selectividad impedirán cualquier tipo de justicia y reparación para las víctimas. O la nueva super ley de transparencia, que permite ocultar, esconder, negar y no contestar las peticiones de información bajo la supuesta consigna de seguridad del estado, propia de los regímenes totalitarios y no de un Estado Social de Derecho que no puede, por definición, gobernarse a espaldas de la sociedad civil que lo elige.

La verdad, cualquiera sea la ley que salga de este gobierno y congreso estará cobijada por un manto de duda ciudadana, pues es notorio y desaforado el deseo de entregar prebendas tanto a grandes grupos económicos, en especial que explotan recursos naturales no renovables y se llevan los capitales del país sin generar patrimonio nacional y que, en cambio, producen daños invaluables en el ecosistema con grave deterioro del ambiente, desplazamiento de poblaciones e insatisfacción ciudadana. O la criminalización descarada de la minería artesanal y pequeña minería, sólo para asignar grandes territorios a multinacionales mineras que desplazarán esa población y la dejarán sin su sustento. Así como leyes orientadas claramente a privatizar los servicios de la Administración de Justicia, volverlos no sólo onerosos, sin ponerlos en manos de personas particulares sin vocación ni compromiso ético y jurídico con la verdad y la justicia, simplemente arrimados allí por un pago en dinero, permitiendo un alto margen de corrupción ante las ofertas económicas de los enfrentados en litigio o fácilmente intimidables o simplemente inaceptados por considerar que un particular no es quien para decidir su litigio.

Inexplicable, además, que por un lado pretendan mecanismos transaccionales y de justicia alternativa (disque eso es el marco para la paz) como la selectividad,  o que la recién nombrada Ministra de Justicia afirme que en mecanismos como la conciliación están las oportunidades de descongestión, mientras por el otro le quitan esa oportunidad precisamente al núcleo esencial de la sociedad que es la familia. ¿Entonces lo que quieren es mayor inestabilidad y deterioro para impulsar soluciones de fuerza? Eso parece y eso es propio de gobiernos totalitarios de ideologías extremas que no piensan en la sociedad sino en sí mismos, sus ventajas y beneficios.

En fin, considero que la aprobación y sanción de la ley 1542 de 2012 que reforma el Código de Procedimiento Penal (Ley 906 de 2004) que impide la conciliación de los delitos de inasistencia alimentaria y violencia contra la mujer y ordena que un equipo interdisciplinario de medicina legal (de cuya existencia no tengo conocimiento, ni dice como estará conformado) conceptúe previamente para proceder al uso de mecanismos electrónicos como sustitutivos de la prisión, sin las medidas adicionales de protección a la unidad familiar y a la familia como núcleo esencial de la sociedad sólo traerá un agravamiento en la violencia, mayor congestión en los despachos fiscales y no es, ni remotamente, un acercamiento a la paz social.

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